viernes, 30 de junio de 2017

MeJorNada (Primera parte): Mi solidaridad incondicional para los trabajadores de La Jornada


                                                        


Los trabajadores de Demos, Desarrollo de Medios, S. A. de C. V., editora del periódico La Jornada, decidieron irse a Huelga por las promesas incumplidas de la empresa que dirigen Carmen Lira Saade, directora general, y su cuñado Enrique Galván Ochoa como presidente del Consejo de Administración de la empresa.

Demos y La Jornada fue asaltada hace más de 15 años por grupos con intereses políticos y económicos personales, pero sobre todo se formaron como islas de poder dentro de la empresa y el periódico para saquear literalmente a Demos. Muchos no son fundadores, llegaron años después que a muchos nos costó trabajo que el barco navegará a pesar de los embates de gobiernos, políticos, empresarios y también algunos periódicos.

Son isla de poder y corrupción, pero el grupo que controla la edición, administración y es el más corrupto lo encabeza Josetxo Zaldúa, encargado de la edición, y Elena Gallegos, jefa de información. Ellos son los cabecillas de la isla con mayor poder y corrupción dentro de La Jornada. Lo acompañan una pléyade de personajes voraces por el dinero fácil, muchos de ellos se han vuelto ricos, son propietarios de casas y empresas, me refiero a Roberto Garduño, Enrique Méndez, Rosa Elvira Vargas, por mencionar algunos.

Este grupo intenta quedarse con la empresa, ya lo intentaron hace unos 13 años, por fortuna no pudieron. Lo intentarán en la próxima reunión de los socios (dueños) del periódico que habremos de ser unos 130 en este momento.

No es posible que un periódico que nació con una gran alternativa para los mexicanos se pierda por directivos que su principal trabajo es hacer dinero, dejar al garete la producción periodística y hacerle la vida imposible a todo aquel que no acepta sus cochupos.

Como socio fundador tengo el deber y el derecho de presentar en la próxima Asamblea de accionista un informe con la información que tenga en mi poder sobre los manejos editoriales y económicos del grupo que está llevando a la quiebra a La Jornada.

Publicaré algunos textos que escribí hace algunos años, pero también publicaré varios textos de otros autores que son vitales para conocer parte de una historia de malos manejos, corrupción y una política editorial pobre, diría miserable.

El Sitrajor es presa de las islas de poder y de la corrupción que existe entre los principales directivos del diario.

Reitero mi solidaridad incondicional para los compañeros en huelga a la entrada del edificio -por cierto, hipotecado desde hace más de 11 años- del periódico.

Publico a continuación un texto en donde narro como nació el Sitrajor, como un homenaje a los compañeros en huelga.

Hace un año, los compañeros del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Jornada (Sitrajor) iniciaron su Asamblea permanente por la revisión del Contrato Colectivo de Trabajo que cada dos años se realiza con la empresa Demos, Desarrollo de Medios S. A. de C. V., editora del periódico La Jornada.

En la llamada Comisión Revisora 2015 participaban miembros del Comité Ejecutivo (2013-2015) encabezada por Amalia Rivera como secretaría general y, desde luego delegados de los diferentes departamentos de La Jornada.

Era una revisión del Contrato Colectivo del Trabajo difícil, complicado, histórico por la grave crisis financiera que atraviesa la empresa editora de La Jornada. No es la primera. Ya en años anteriores se habían presentado revisiones que enfrentaron a empresa y sindicato, pero nunca con una empresa supuestamente en quiebra y exigiendo cancelar logros obtenidos por el sindicato en los últimos 30 años.

La Jornada nació en septiembre de 1984. Casi un año después nace el Sitrajor a pesar de una férrea oposición de algunos directivos. Fue una buena y mala noticia.

Buena noticia porque teníamos un sindicato independiente que buscaría mejorar la paupérrima situación de los trabajadores, elevaría el nivel profesional y daría seguridad a nuestro empleo.
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Mala noticia porque durante el proceso de integración del sindicato –nos llevo casi un año-, las campañas y la votación final se registro la primera división entre los máximos directivos (director y cuatro subdirectores), polarizo el ambiente entre los socios fundadores de la empresa editora del diario y dividió a los propios trabajadores.

Unos cuatro meses después de haber dado a luz La Jornada se realizo la primera reunión de algunos trabajadores interesados en formar el sindicato. Los compañeros y compañeras de la redacción, fotografía, diseño, mesa, sistemas, circulación y las tipiadoras eran los más interesados.

Algunos tenían experiencia en el sindicato del periódico Uno más Uno. Todo marchaba viento en popa. Bulmaro Castellanos (Magú) había renunciado al sindicato de Uno más Uno y se acababa de integrar como caricaturista en La Jornada. Compañeros sugirieron platicar con él para saber de su experiencia anterior. Así fue. Se platicó con él y juró y perjuró que no le interesaba participar como candidato a la primera secretaría general del Sitrajor.

El pequeño grupo organizador de lo que después sería el Sitrajor –entre los que me encontraba- sostenía reuniones con reporteros en las tardes; madrugaba esperando a los trabajadores que tenían a su cargo la corrección de los textos, a las compañeras tipiadoras, los formadores y, ya al final de las madrugadas, a los de circulación.

El siguiente día iniciábamos buscando a las y los trabajadores del área administrativa. Nos asesorábamos con amigos abogados. No recuerdo cuántas veces madrugamos tomando café en el restaurante Sambors de Balderas. Fueron jornadas agotadoras porque hacíamos todo el trabajo para la formación del Sitrajor pero teníamos que cumplir con nuestra responsabilidad en el periódico. En mi caso como reportero de tres fuentes.

No lo sé de cierto, pero calculo que por junio de 1985 ya habíamos logrado la integración legal del Sitrajor. Venía lo que considerábamos lo más fácil: las elecciones para elegir con voto secreto y directo al primer secretario del sindicato del periódico La Jornada.

Ahí empezó la división de los directivos, los socios fundadores y los trabajadores.

La primera sorpresa fue que Bulmaro Castellanos Loza, (Magú) anunció que se postularía a la secretaria general del Sitrajor por la planilla UyD (Unidad y Democracia, creo que era el nombre completo). Magú venía de ser el secretario general del sindicato del periódico Uno más Uno y se comprometió a no participar como candidato. Rompió su promesa.

Magú tenía todo el apoyo de los caricaturistas, algunos reporteros y de secciones como internacionales, cultural, etcétera.

El destape de Magú aceleró el proceso interno del grupo que veníamos organizando el sindicato. Nos reunimos y por unanimidad propusimos como candidato de nuestra planilla, Azul Celeste, al fotógrafo Pedro Valtierra y como segundo al reportero Manuel Altamira.

Valtierra tenía todo el apoyo de fotografía y la mayoría de los reporteros. Fue el candidato de todos los trabajadores de circulación, formación, la mesa y de algunos departamentos de administración.

No recuerdo el día exacto en que se inició la campaña por la secretaría general del Sitrajor. Lo que sí recuerdo es el despliegue de publicidad por parte de los compañeros caricaturistas. Sólo habían transcurrido tres minutos del horario permitido para hacer campaña y la redacción de La Jornada, en Balderas 68, fue inundada por una especie de pendones hechos por los propios caricaturistas.

Era la media noche. La mayoría de los compañeros que simpatizaban con Pedro Valtierra aún trabajaban. Cuando vimos el despliegue de propaganda de los caricaturistas nos quedamos sorprendidos.

-No dejaron un solo espacio, decíamos los reporteros que esperábamos en la redacción a los compañeros de formación, circulación, la mesa…

Nos sentíamos impotentes.

Como a las dos de la madrugada empezaron a dejar sus puestos de trabajo la mayoría de los jornaleros que apoyaban a la planilla Azul Celeste. Nos reunimos para hacer un balance de la situación. No sabíamos que hacer: ni se podía descolgar alguna de la propaganda de la UyD ni teníamos propaganda para desplegar en los pequeños rinconcitos que nos dejaron.

Los de circulación dieron la luz y evitaron el desastre. Fueron a la imprenta a recoger la sobra de los rollos de papel periódico. Desplegaron en el piso el rollo y cortaron pedazos de dos y dos metros y medio. Como pudimos inventamos una campaña a favor de Valtierra.

Después los pedazos de papel periódico se pegaron en la pared y como si fuera una serpentina inmensa se colgaron por toda la redacción. No quitamos ninguna publicidad de la UyD, sólo le ganamos la visibilidad y logramos que su propaganda –muy bien hecha por los caricaturistas- se viera chiquita o no se viera.

Como decía anteriormente, el proceso electoral interno empezó a dividir a los trabajadores y el resultado nos dejó partidos a la mitad. Sabíamos que algunos directivos estaban presionando a trabajadores de la parte administrativa para que votaran en contra de Pedro Valtierra.

Magú ganó por tres votos con el apoyo incondicional de tres altos directivos de La Jornada: Carlos Payán Velver (director); Héctor Aguilar Camín (subdirector) y Carmen Lira (subdiectora).

Pedro Valtierra tenía la venia de los otros dos altos directivos: Miguel Ángel Granados Chapa (subdirector) y Humberto Musacchio (subdirector).

El nacimiento del Sitrajor provocó también el nacimiento de la división de los directivos de La Jornada. Poco después Miguel Ángel Granados Chapa y Humberto Musacchio dejaron La Jornada por diferencias irreconciliables con Carlos Payán, principalmente. (Juan Balboa).